domingo, 21 de abril de 2013

Cuando decidí no tener más una tarjeta de crédito

Recuerdo que hace pocos meses recibí el saldo de mi tarjeta de crédito. Fue muy singular, porque el banco que ofrece préstamos hasta por siete veces el sueldo (banco de crédito), me hacía recordar que podía pagar la totalidad de mi crédito haciendo los depósitos mínimos en 999 meses. En primera instancia no comprendí bien la propuesta aunque mi deuda creo que no pasaba de los mil quinientos nuevos soles. Haciendo algunos cálculos mentales, advertí que 999 meses equivalía a una gran cantidad de años. Bueno, me dije que 12 meses es un año, y 120 meses equivale a 10 años. 1200 meses equivale a 100 años.
Así, pude darme cuenta y con la ayuda de algunas operaciones que los 999 meses era unos 83 años aproximadamente. No pude evitar sonreir de tal estupidez.

miércoles, 27 de febrero de 2013

PARA LOS BANCOS: ¿SOMOS CLIENTES O USUARIOS?


Una dama esperaba después de mí,  la atención en una de las ventanillas de un banco en el Mall Aventura Plaza Arequipa. Estaba un poco indispuesta porque había observado que habiendo un total de nueve trabajadores que atendían a los consumidores, solamente uno estaba dispuesto a atendernos a todos los que estábamos en la fila esperando. Obviamente, advertí una vez más como lo había hecho en varias oportunidades, que estábamos en la fila de los denominados usuarios. También había otra fila para los denominados clientes y eran naturalmente atendidos por ocho trabajadores del banco. La dama, se expresaba diciendo que no era posible que una persona esté prestando el servicio a los usuarios y ocho personas atiendan a los clientes. En adición, hasta los llamados usuarios tenían alguna tarjeta del banco, ya sea de ahorro o de crédito. ¿Había algún criterio de discriminación? En todo el contexto, había otra fila destinada para los llamados banca exclusiva.
En los últimos años, las instituciones del sistema financiero se venían adecuando a los cambios que imponía el mercado. El avance de la tecnología, la diversidad de formas de pago, la seguridad ciudadana, hacía que el sistema diseñe mejores herramientas que permitan ofrecer un mejor servicio y operaciones adecuadas.
Más de uno podemos recordar que hasta hacía poco tiempo, en varios bancos del centro de la ciudad se habían instalado varias docenas de sillas, diseñadas para dos, tres o más personas, con el propósito de dar mejor comodidad y un buen servicio. Recuerdo que cuando un día ingresé al Banco de Crédito por ejemplo, habían instalado en toda su plataforma unas cincuenta o más sillas de ese tipo. Mucha gente esperaba sentada ser atendido, cuidando de ver en una pantalla del televisor su número de atención  respectivo. Después y según alguna información periodística diaria, algunas personas habían sido asaltados y se había escuchado que probablemente algunas personas de mal vivir que convivían con la delincuencia, también tomaban asiento como consumidores y observaban pacientemente a todos en general. Después de todo ello y donde ya no había toda la confianza, nuevamente un día volvimos a formas largas filas que se extendían en varias curvas. Luego aparecieron algunos pequeños letreros para usuarios, clientes y banca exclusiva. Claro que también se incluyó en una misma ventanilla o en otra a los discapacitados o de atención preferencial.
Todos los cambios son buenos y permiten una mejor organización. Hay transparencia, una mejor direccionalidad empresarial y mejores medidas de seguridad. Sin embargo, creo que llegamos al momento de seguir con más cambios. Al parecer, ahora a todos los consumidores hay que tratarlos como potenciales clientes. Un cliente es el consumidor habitual. Sin él, las compañías o los bancos no existirían. No es posible hacer una distinción muy clara entre usuarios y clientes. El cliente que es el eje potencial de cualquier compañía, necesita un nuevo tratamiento, una nueva técnica de marketing. Es natural que el sistema financiero adopte medidas de atención específica y se clasifiquen a los clientes en determinados grupos. Sin embargo, ya no es adecuado seguir con el mismo procedimiento, porque lo único que estamos haciendo es perder a potenciales consumidores. Es necesario seguir con nuevos estudios de mercado y capacitar a los trabajadores para que mejoren en su trato y cortesía. 

martes, 1 de enero de 2013

Hay que cambiar...

Es necesario cambiar. Por el proceso histórico de nuestra sociedad, sabemos que todo cambia. Nada puede permancer inmutable en el tiempo, todo debe pasar, inevitablemente.
Algunas veces se mencionan las formas culturales, como pretendiendo sustentar ciertas costumbres para que permanezcan en el tiempo, como si fuera algo del infinito. Sin embargo, debemos de recordar nuevamente que todo debe cambiar. Así, comprendiendo tal diacronía (estudio de un fenómeno social a lo largo de varias fases, ciclos...) dentro del desarrollo,  somos nosotros como agentes económicos, los destinados a impulsar esos cambios.
Quiero mencionar solo unas palabras con respecto al comportamiento social que hemos tenido en el Perú durante el año que estamos dejando y que de alguna forma estamos involucrados.

Un Colectivo de la Sociedad Civil en el Perú, ha nombrado a Máxima Acuña, como la mujer del año 2012. Dama campesina que vive en los alrededores de la Laguna Azul en Cajamarca. Lo destacable es su lucha por defender su tierra, su poseción desde hace muchos años, frente a los abusos de las Minas Conga y de los agentes policiales contratados por la compañía minera. La prepotencia esta materializada en muchas acciones de la empresa contra ella. ¿Es posible cambiar eso?

El hombre del año es el sector económico ambulatorio. Muchas familias enfrentan el día a día con persistencia y emprendimiento. Son agentes dinamizantes de nuestro mercado y no podemos dudar de su participación. Desde la costa, la sierra y la selva, siempre encuentran un punto de esperanza. No es necesario tener mucho capital. A veces, lo más insignificante es bueno para empezar. Hay que hacerlo, es necesario seguir para cambiar.

No a la corrupción. Lamentablemente convivimos con ello. Es increíble saber que autoridades están involucradas en casos de corrupción. Ni qué decir de los que están en las esferas del poder. A veces, nadie levanta la voz y todo queda en silencio. Si todo esto se manifiesta, ¿qué podemos esperar de los que son subalternos? ¿Podremos cambiar?